Desafíos de los negocios que trasnochan en NYC

La Oficina de Vida Nocturna arranca foros para examinar las necesidades de quienes trabajan en esta industria, propietarios y clientes

En películas, programas de televisión y series de streaming, la ciudad de Nueva York es siempre una protagonista que nunca duerme, una ciudad abierta a la fiesta y a la vida nocturna.

En Nueva York, incluso existe una oficina del gobierno encargada de impulsar políticas que garanticen la seguridad de negocios y parroquianos que optan por divertirse en las noches.

Desde desafíos como la seguridad, el precio de congestión o el impacto del saneamiento, la Oficina de Vida Nocturna de la Ciudad de Nueva York, dirigida por Jeffrey García, espera crear una experiencia más accesible y disfrutable para los neoyorquinos y los millones de visitantes que recibe la ciudad cada año.

García, un restaurantero de origen dominicano que durante muchos años fue detective de la Policía de Nueva York, busca conocer a través de la Oficina de Vida Nocturna las necesidades de quienes trabajan en esta industria, empresarios y clientes. Para ello organizó recientemente una audiencia pública en el espacio Annex 417, en el corazón de Manhattan, así como una exposición con más de 7 mil asistentes para apoyar a pequeñas empresas del ramo.

De acuerdo con García, esta industria es vital para la ciudad, tanto por su impacto económico como por su papel como motor de movilidad social, especialmente en comunidades migrantes.

Datos oficiales del más reciente informe de la Oficina de Vida Nocturna revelan que esta industria genera ingresos por más de $35.1 mil millones de dólares anuales y emplea a más de 300 mil personas en más de 25 mil establecimientos como restaurantes, bares, clubes, salones de eventos, teatros, centros culturales y lugares de música en vivo.

Entrada económica para latinos
Además, en muchas ocasiones los empleos del ramo de servicio en esta industria representan una vía de entrada económica para la comunidad latina e inmigrante.

“Esta industria es una gran industria para nuestras comunidades porque muchos comienzan como meseros, como cocineros, y eventualmente abren sus negocios ¿y en dónde los abren? en sus comunidades. Por eso es una industria importante para nuestra gente, pues genera muchísimos empleos”, señaló García.

“Yo sé que en mi comunidad, la comunidad dominicana, tenemos muchísimos emprendedores y mujeres emprendedoras. Es un impacto enorme a lo que es la economía y al bienestar de nuestra comunidad”.
Según el informe, el 61% de los trabajadores nocturnos en la ciudad pertenecen a comunidades no blancas, y una proporción significativa de ellos son inmigrantes recientes que ven en la vida nocturna una oportunidad para integrarse laboralmente.

La Oficina de Vida Nocturna de NY realiza eventos comunitarios en los cinco condados de la ciudad para compartir información sobre servicios, brindar asesoría y facilitar la apertura de nuevos negocios. En colaboración con la Agencia para Pequeños Negocios (SBS, por sus siglas en inglés), también ha trabajado para simplificar regulaciones. La comisionada Dynishal Gross destacó que se han implementado 118 reformas regulatorias que han ayudado a los propietarios de negocios a ahorrar alrededor de $8.9 millones de dólares, eliminando multas y penalidades tras una rigurosa revisión de más de una decena de oficinas gubernamentales.

La otra cara de la moneda
No obstante, pese a las iniciativas oficiales, hay negocios nocturnos que sufren para mantenerse a flote.
Desde hace meses los mariachis no se escuchan en El Mariachi, un restaurante y centro de espectáculos ubicado en el número 10 de la calle Minthorne, en Staten Island.

Ahí, antes las trompetas y guitarrones animaban fiestas y comidas, pero hoy el escenario luce vacío. Solo queda un mural pintado de un mariachi y unas guitarras decorativas. El grupo cobraba $600 dólares por hora, pero el restaurante apenas sobrevive. Desde principios de 2024, la clientela ha disminuido de forma preocupante.

“El verano pasado fue muy bueno, pero a inicios de este año sufrimos una caída de casi 60% en ventas”, cuenta Henry Gutiérrez, propietario del lugar.

“La mano de obra también escasea, la gente tiene miedo de salir. Este restaurante busca transmitir la cultura mexicana, de él dependen más de 15 familias. El turismo que viene de Manhattan a través del ferry ha disminuido muchísimo”.

Ubicado a unos pasos del ferry de Staten Island y con terraza, “El Mariachi” está en una calle con cervecerías artesanales, cafeterías colombianas, y otros sitios nocturnos. Sin embargo, incluso los fines de semana, el lugar luce vacío.

Según un empleado que pidió el anonimato, tanto clientes como personal tienen miedo de salir por las noches debido a un clima de incertidumbre.

“La vida nocturna se pausó por completo. Muy poca gente sale después de las 10 de la noche. Ponemos juegos de béisbol, Happy Hour extendido, tacos y alitas a precio especial, pero el miedo a gastar es muy real. La gente ahorra ‘por si algo pasa’. Hay quienes temen ser deportados y prefieren guardar dinero. No hay nada seguro”, comenta.

Aun así, Gutiérrez confía en que esta situación es temporal, y hace un llamado a la comunidad: “Los invitamos a todos a que se sientan seguros de salir. Staten Island es un condado seguro para cada familia, sin importar su nacionalidad. Apóyennos para seguir brindando lo mejor de nosotros”.

Nada es como antes

Joseph y Patrick tienen apenas 26 años, pero recuerdan bien cómo era la vida nocturna de Nueva York antes de la pandemia.

No han pasado muchos años desde 2020, pero salir ya no es lo mismo, a pesar de que después de la pandemia más de 6 mil negocios han abierto sus puertas, según datos de la Oficina de Vida Nocturna de NY.

Entrevistados fuera de un bar en Bushwick, Brooklyn, ambos coinciden en que ya casi no salen.
“Todo es muy caro”, dice Joseph. “Salir una noche cuesta más de 100 dólares. Prefiero quedarme en casa”.

Patrick señala que además de la economía, la oferta nocturna se ha reducido. “Antes los bares cerraban a las 4 de la mañana. Ahora muchos cierran a las 2”.

Los datos del informe respaldan esta percepción. Entre los problemas más graves identificados por empresarios y clientes están el aumento de la inseguridad, la disminución del transporte público nocturno, el alza en el costo de vida y la falta de vivienda accesible para los trabajadores del sector.

“El último mes solo salí dos veces”, añade Patrick. “Un six-pack en casa es más barato, pero no me gusta beber solo”, bromea. “Nueva York es la ciudad que nunca duerme… pero ahora se toma muchas siestas”.

Una industria resiliente… pero vulnerable

Pese a todos estos desafíos, la industria nocturna ha demostrado ser resiliente. En 2023 se registró una recuperación parcial respecto a los niveles prepandemia, pero los márgenes siguen siendo estrechos.

Dificultades
El informe de la Oficina de Vida Nocturna destaca que el 80% de los negocios encuestados reportan dificultades para contratar y retener personal, y más del 50% ha experimentado conflictos con vecinos por ruido o regulaciones ambiguas.

Además, muchas de las licencias de licor están sujetas a procesos complicados y lentos. Por eso, una de las recomendaciones más repetidas es la simplificación de trámites y la creación de incentivos fiscales para negocios nocturnos que promuevan la cultura, la inclusión y el bienestar comunitario.

A través de iniciativas como el programa MEND NYC —que ofrece mediación gratuita para resolver disputas entre negocios y vecinos—, la Oficina busca evitar que el malestar comunitario lleve al cierre de espacios emblemáticos. También se han establecido campañas sobre el uso seguro de drogas, protocolos de prevención de sobredosis y capacitaciones para seguridad y primeros auxilios en clubes y bares.

¿Un futuro de luces bajas?
La vida nocturna en Nueva York está cambiando. Sigue siendo un motor económico y cultural vital, pero enfrenta retos estructurales: gentrificación, inseguridad, desigualdad y una economía frágil.

Sin embargo, con inversión pública, políticas equitativas y participación comunitaria, todavía puede reinventarse. Porque si algo ha demostrado esta ciudad es que incluso en la oscuridad, siempre encuentra cómo brillar.

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